domingo, 1 de mayo de 2011

EL GRAN MANDATO QUE NOS COMPROMETE (Por: Rev. Luis M. Ortiz)

TEMA DEL MES: COMPROMISO 
Viendo Satanás que la sangre de los mártires era semilla germinante que producía óptimos frutos a la expansión del evangelio, cambio de táctica. Entonces, en vez de seguir haciendo del cristianismo un estigma de deshonor, odiado y perseguido, optó por hacer del cristianismo motivo de honor y gloria humana. Constantino, el emperador romano, se hizo cristiano y naturalmente, el ser cristiano ya constituía ser como el emperador, y todos querían ser como el emperador. El ejercito de Constantino fue bautizado en masa; los ricos, los grandes, los potentados, todos se hacían cristianos, y claro está, el ser cristiano, vino a ser nada, mera profesión convencional, sin un precio que pagar, sin un cambio que sufrir, sin una transformación que experimentar.

Hasta el diablo simuló ser cristiano y logró tomar control de la potente y triunfante Iglesia la Iglesia tomó control y surgieron las jerarquías en la Iglesia, el clericalismo, la gloria mundanal y política de la Iglesia. El diablo se sentó en el trono y dividió al cuerpo en dos grupos: El clero y la feligresía. El clero, la minoría poderosa todo lo controló, hasta el alma del feligrés, y este nada podría hacer. Ya no podía leer la Biblia; ahora la leía el clero. Ya no podía orar directamente a Dios; ahora tenía que rezar a través de los santos. Ya no podía pedir a Dios por su propia alma; ahora su alma estaba en las manos del clero, y este pedía de acuerdo al dinero que pagara el feligrés. Siendo todo esto así y era lo que el diablo quería – el creyente perdió la autoridad en Cristo, su sacrificio, su intrepidez para ganar almas para Cristo.

Antes el diablo perseguía a la Iglesia desde afuera; ahora estaba desde adentro, controlándolo todo. Cuando habían cristianos valientes que no se plegaban a la nueva autoridad jerárquica y mundanal de la Iglesia, que desde luego ya no era la autoridad espiritual y bíblica de la Iglesia al principio, esos cristianos valientes eran perseguidos por la nueva Iglesia, que ya no era la verdadera Iglesia cristiana y apostólica fundada por Cristo en el día de pentecostés, sino una caricatura de la verdadera Iglesia de Cristo.

Ahora los cristianos fieles no podían testificar, no podían hablar de Cristo; no podían ganar almas para Cristo; tenían que huir, esconderse, emigrar, vivir en cuevas y catacumbas, perseguidos por la iglesia apostata, "embriagada de la sangre de los santos mártires de Jesús", torturados y matados durante la mal llamada "Santa Inquisición" en España, o en la Noche de San Bartolomé en Paris y en muchos otros lugares y épocas hasta hoy.

El control era absoluto. La edad del oscurantismo reinó, hasta que un día un fraile leyendo la Biblia le iluminó la verdad del evangelio y clavó noventa y seis declaraciones en la puerta de la iglesia en Wittenberg, Alemania, y desde su púlpito comenzó a predicar el Evangelio con toda su sencillez, el arrepentimiento y la fe en Jesucristo como único Salvador y mediador.

Naturalmente Lutero fue perseguido lo indecible, pero el movimiento que era de Dios, tomó fuerza y las tinieblas comenzaron a huir y las almas a ser salvas y el Evangelio a predicarse y a extenderse. El clericalismo se tambaleó, y los cristianos sintiéndose libre del yugo opresor, siguieron testificando como al principio y ganando almas para Cristo y pueblos, ciudades, naciones, reinos abrazaban la sencilla fe cristiana del nuevo movimiento, conocidos históricamente como La Reforma.

Viendo Satanás que la rotura era grande, y que los cristianos llenaban Europa y se extendían a todo el mundo con la sencilla fe evangélica, instigó a muchos de los líderes del movimiento evangelizador a enfrascarse en estériles polémicas doctrinales y dogmaticas y en vez de seguir su avance arrollador hasta el Nuevo Mundo, recién descubierto y recién iniciado a colonizar se quedaron en la vieja Europa impedidos por las disputas interpretativas de las Escrituras. Mientras tanto, Roma con la cruz y con la espada, adelantaba la fe romana en el Nuevo Mundo.

Habiendo perdido el nuevo movimiento su vigor y visión inicial, se fue dividiendo en sectas y denominaciones formales, frías, sin vida. Transcurrían los siglos, y esporádicamente Dios levantaba hombres como Wesley, Whitefield, Finney, Spurgeon, Moody y otros, que sacudieran a la Iglesia; pero no fue hasta principios del siglo XX, que Dios comenzó a enviar la lluvia del derramamiento del Espíritu Santo, y en Los Ángeles, Topeka, Chile y en otros puntos del globo, los creyentes comenzaron a ser llenos del Espíritu Santo, capacitándolos para ser testigos eficaces del Evangelio.

Surgió pues, en el seno de la Iglesia otro gran despertar espiritual, históricamente llamado Movimiento Pentecostal. Más que cualquier otra cosa, este ha sido un movimiento misionero y evangelístico.

Amados siempre ha guardado un remanente fiel. Siempre ha habido un Enoc que ha andado con Dios, o un Noé que ha sido temeroso de Dios, o un Abraham que ha dejado su parentela, o un Moisés que ha rehusado las glorias humanas y comodidades temporales, o un Elías que no ha doblado sus rodillas ante Baal, o un Daniel que no ha cesado de orar e interceder, o un Juan El Bautista que no ha contemporizado sino que ha fustigado con su verbo, o un Bernabé que todo lo ha dejado por la obra de Dios, o un Pablo que ha reputado todas las posiciones y ventajas temporales como pérdida, como estiércol, para ganar almas para Cristo; y que mas digo, el tiempo y el espacio faltan para mencionar esa interminable pléyade de hombres y mujeres, que en nada han estimado sus vidas, que han mantenido ardiente la llama del genuino y dinámico testimonio, de los cuales el mundo no era ni es digno.

Hoy también Dios tiene hombres y mujeres valientes, esforzados, abnegados, espirituales, de oración, que buscan solo la gloria de Dios, cuyo único interés es el de la salvación de las almas, que el único yugo que aceptan es con Cristo, que la única imposición que aceptan es la impuesta por Dios en todo el mundo, que la única jerarquía que aceptan es la del Espíritu Santo. Usando Dios a estos humildes siervos y creyentes en general, que aunque ignorados, menospreciados y hasta perseguidos, oran, interceden, trabajan, testifican, evangelizan, ofrendan, se sacrifican, que comprenden que no sobre otros sino sobre ellos pesa la gran responsabilidad de la encomienda de Cristo a la Iglesia de evangelizar al mundo, que no miran a las dificultades del camino que les ha sido ordenado, que no miran lo limitado de los cinco panes y dos peces sino que los ponen en manos del Maestro, y que, no miran las amenazas sino que siguen adelante y que saben que cuando el Maestro da el mandato, también da la capacidad para ejecutarlo.  

Hoy como ayer la obra misionera y la evangelización del mundo está en las manos de los fieles y desinteresados siervos del Señor, sean ministros o laicos, cristianos maduros o recién convertidos, ancianos o niños; todos tenemos que ocupar nuestra posición militante y agresiva para realizar la gran tarea de la evangelización del mundo, antes que las puertas se cierren, antes de que el día decline. Porque el árbol que no da fruto es cortado y echado al fuego. ¿Qué esperas? “No es tiempo de tomar planta, y de tomar vestidos, y olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos, siervas.  Ni es tiempo de acomodarnos a nosotros mismos; no es tiempo de conformarnos al mundo, sino de transformar al mundo”. Este gran mandato perdura a través de las edades y nos sigue llamando a triunfo en nuestros días. Hoy es día de buena nueva y no podemos callar. ¡Obedece al gran mandato, comprométete, y Dios te promete la victoria!     

AVANZANDO MIENTRAS EL DÍA DURA (Por: Rev. Luis M. Ortiz)


Nuestro señor Jesucristo, refiriéndose al tiempo de su ministerio terrenal, lo llamó el día. Él dijo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Jn. 9:4). Desde luego, este día de trabajo del ministerio de Cristo no se limitó exclusivamente al tiempo o a los años de su actividad pública y personal en el mundo, sino que este día se prolonga hasta nuestros días y hasta el fin de la Edad, pues Cristo sigue trabajando a través de su iglesia, que es su cuerpo. Es decir, el día de trabajo de Cristo todavía dura. Es el día de la Gracia y de la Salvación. Por lo tanto, es necesario que la iglesia continúe avanzando mientras el día dura, pues muy pronto “la noche viene cuando nadie podrá trabajar”. Es muy evidente que ya el día declina, que se nos está terminando el tiempo y que las negras sombras de la noche de los juicios divinos se proyectan sobre esta Edad.
Los discípulos preguntaron al Señor sobre qué señales y evidencias habrían en el mundo a la terminación de este día, y el Señor les da las respuestas en los capítulos 24 y 25 de Mateo. Aquí él les explica el desarrollo de todo este día, desde el amanecer hasta el anochecer. Y en su respuesta, el Señor describe las condiciones en el mundo en siete cuadros que toman lugar durante ese día. Estos cuadros también corresponden a los siete mensajes a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis; mensajes que describen dispensacionalmente el día con relación al desarrollo de la historia de la iglesia de Jesucristo en el mundo desde el Pentecostés hasta el advenimiento; esto es, desde el amanecer hasta el anochecer.
1. Aún no es el fin
Salía Jesús del templo por última vez. Ya no volvería a entrar. Había acusado pública y valientemente a los líderes religiosos, y cada acusación la introducía con la frase lapidaría de, “¡Ay de vosotros escribas y fariseos, hipócrita!” Y se le acercaron los discípulos, para mostrarle los edificios del templo; el famoso templo construido con mármol verde y blanco, y cuyo frente estaba cubierto con gruesas láminas de oro puro que ofrecía un majestuoso esplendor. Para consternación de los discípulos, Jesús les comentó: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará piedra sobre piedra, que no será derribada”.
Los discípulos quedaron pensativos, y habiendo salido de los predios del templo y de los límites de la ciudad, ya sentados con el Maestro en el Monte de los Olivos, ellos siguieron meditando en ese comentario del Señor. Y formularon la pregunta que ha inquietado siempre a la humanidad: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y que señal habrá de tu venida y del fin del mundo?” Es en respuesta a esta pregunta que surge ese gran sermón profético de Jesucristo, en el cual ofrece las señales que se producirán a lo largo de todo el día de la gracia, pero especialmente las señales del fin de este día.
En el primer cuadro de señales que Cristo ofrece en su sermón profético trata sobre falsos cristos, engañadores, guerras, rumores de guerras, turbación. Jesús dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin”.
Durante toda la vida de Cristo hubo paz en Jerusalén y Palestina, pero unos cuarenta años después de su muerte comenzaron a cumplirse sus palabras proféticas, cuando el General Tito invadió y destruyó a Jerusalén y al temple; y no quedó piedra sobre piedra, de tal manera que el historiador Josefo escribió que “parecía un lugar que jamás había sido habitado”. En esta ocasión murieron un millón cien mil personas, y la sangre corría por las calles.
Al referirse a este cuadro de señales Jesús dijo: “pero aún no es el fin”. En otras palabras, estamos comenzando el día. Y desde el comienzo del día las guerras han ido aumentando en frecuencia y en desgracia. Durante ciento treinta años transcurridos entre el año 1820 al año 1950 en el mundo hubo 305 guerras con 48 millones de muertos. Pensemos en tantos millones más que han muerto desde el año 1950 hasta hoy. Comparativamente, este comienzo del día está también descrito con respecto a la iglesia en el mensaje a la iglesia de Efeso, que es el primero registrado en Apocalipsis. Cristo la felicita por su trabajo arduo, pero luego la censura porque perdió su primer amor. Esto es, la iglesia apostólica en el inicio del día trabajó arduamente y evangelizó a casi todo el mundo, pero luego perdió ese primer amor por la obra evangelizadora y la salvación de las almas. Cristo amonestó a aquella iglesia de Efeso, representativa de toda la iglesia en su tiempo, y también amonesta a no perder el primer amor. El perder el primer amor es una caída. “Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras obras”.
Mientras el día dura, tenemos que mantenernos en el primer amor, y seguir imperturbables ante los peligros de conflagración mundial llevando el mensaje de paz y salvación por todo el mundo, siempre avanzando mientras el día dura.
2. Principio del fin
En el segundo cuadro de señales que Cristo ofrece en su sermón profético, describiendo este día dispensacional, él dice: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambre, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”. Esto es, principio del fin, versículo 8. Así como en el primer cuadro, etas palabras de Cristo tuvieron un cumplimiento parcial en la era pos-apostólica, tienen cumplimiento cabal y completo en el transcurso y el final del día.
Moraban en Seleucia, junto al Río Tigris tres nacionalidades hostiles: griegos, sirios y judíos. Griegos y sirios se aliaron entre sí y masacraron a más de cincuenta mil judíos. Algo similar sucedió en Cesarea, donde en una hora asesinaron a veinte mil judíos. Esto se ha repetido a lo largo del día y el más horrendo holocausto humano lo realizó el régimen de la Alemania Nazi, que mató a seis millones de judíos, sólo por el hecho de ser judíos. ¡Nación contra nación!
También el Señor habla de pestilencia y hambres. Las pestilencias y plagas han hecho estragos en el mundo, y cada vez la ciencia descubre nuevas plagas y enfermedades. Las enfermedades del corazón, el cáncer, y el SIDA, son un horrendo azote para la humanidad.
Unos trece años después de la muerte de Cristo hubo un hambre tan terrible en Palestina, que el historiador Josefo dice que la gente moría de inanición en las calles. Pero esta señal-azote del hambre siempre ha mermado la población en muchos lugares del mundo. De hecho, la más grande amenaza para el mundo hoy día no son las bombas termo-nucleares, sino el hambre universal que se perfila por causa del alarmante aumento de la población mundial. Actualmente hay ciudades en el mundo donde los camiones del gobierno transitan por las calles las 24 horas del día recogiendo los cadáveres de los que van muriendo de hambre.
El Señor también habla de terremotos, los cuales de siglo en siglo han ido aumentando en frecuencia y en intensidad. Uno de los más devastadores terremotos que conoce la historia ocurrió en China hace unos cuatro siglos; produjo casi un millón de muertos. Ese fue el que más muertos ha causado, pero el de Lisboa, hace casi dos siglos, fue mucho más violento. También todos deben recordar los devastadores terremotos de Agadir, Chile, y el de Caracas. Cristo dijo que habría terremotos por todos los lugares, y según análisis científicos, en el mundo se producen anualmente alrededor de un millón de terremotos los bastante fuertes para ser registrados por los sismógrafos cercanos. Esto equivale a dos terremotos cada minuto. Dicho de otro modo, la tierra siempre está temblando en algún lugar. Jesús dijo que esto sería principio del fin.
Con relación a la iglesia de Jesucristo en el mundo, eta hora del día está descrita en el mensaje a la iglesia de Esmirna, como una hora de padecimientos, tribulaciones, cárceles y muerte. Toma lugar en esta hora las diez grandes persecuciones del imperio romano en contra de los verdaderos cristianos. Desde luego, las persecuciones y el martirio han continuado contra la verdadera iglesia de Jesucristo en el mundo; de un lado en nombre de la religión con la mal llamada “santa” inquisición y las persecuciones en España y otros países durante la Edad Media y la Reforma, en los cuales algunos historiadores han calculado que perecieron más de cincuenta millones de mártires cristianos a manos de la Roma papal. Esto constituyo uno de los capítulos más horrendos y brutales a la humanidad. Del otro lado, en nombre del ateísmo como en Rusia, Cuba y todos los países comunistas, en los cuales miles de cristianos perecieron en las cárceles y campos de concentración por el trabajo inhumano, el hambre, la tortura y la muerte.
Pero Cristo hace un llamado y da una promesa para esta hora: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Ésta es la gloriosa recompensa para aquellos que se mantienen fieles a Cristo en medio de la más despiadada persecución, y repartiendo el Pan de Vida a un mundo hambriento, siempre avanzando mientras el día dura.
3. Hasta el fin
En este tercer cuadro de señales proféticas, Cristo describe el meridiano de este día dispensacional, y dice: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevera hasta el fin, éste será salvo” (verso 13).       
Como en los cuadros anteriores, estas palabras de Cristo tuvieron cumplimiento parcial cuando a los cristianos les achacaban todos los crímenes y todas las desgracias nacionales. Eran aborrecidos y entregados a las más crueles torturas y a la muerte, por el sólo hecho de ser cristianos. Como las anteriores, estas señales se han prolongado a lo largo de este día, y hoy también vemos como unos a otros se aborrecen y se traicionan. Por cuestiones políticas y por servir al partido, el hijo traiciona al padre, y viceversa y se entregan a la muerte.
También menciona el Señor los muchos falsos profetas que engañan a tantos. De estos falsos profetas y maestros cada vez hay más. De hecho, el negocio más floreciente de Satanás no es negar abiertamente la veracidad de la Biblia, sino torcerla, dando interpretaciones erróneas que al incauto parecen correctas, para confundir y destruir la fe del creyente.
Habló también el Señor de cómo se multiplicaría la maldad. De esto no hay que hablar mucho. Esto es evidente. Las barreras morales están por el suelo. En las novelas escritas, radiales y televisadas y en el teatro se glorifica el pecado y la infidelidad conyugal. El héroe de la película es el bandido; la heroína es la mujer de vida fácil.
Y así va el mundo y así seguirá el mundo. Por eso dice el Señor que “el que persevera hasta el fin, éste será salvo”. En medio de esta vorágine de maldad y de pecado hay que perseverar en limpieza y en santidad, pues “sin santidad nadie verá al Señor”. Con razón en el mensaje a la iglesia de Pérgamo, que corresponde a este período del día que estamos tratando, el Señor dice: “Retienes mi nombre, y no has negado mi fe”. Has peleado contra todas las fuerzas del mal y has guardado mi fe.
Es consolador saber que en medio de las condiciones más negativas y más corruptas, siempre habrá un pueblo que vivirá santamente y perseverará fiel hasta el fin, y que cuando Cristo venga efectivamente hallará fe en la tierra, en estos que permanecen, que perseveran para siempre avanzando mientras el día dura.

SIN SANTIDAD NADIE VERÁ AL SEÑOR (Por: Rev. Luis M. Ortiz)

En (1 pedro 1:15-16) dice: “como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda

vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”




1 Corintios 6:9-11 “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
 Nuestro Señor Jesucristo comisionó a su Iglesia diciendo: Id por todo el mundo, predicad el evangelio a toda criatura. También nuestro Señor dijo: Id y doctrinad enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, el Señor ordena a predicar y a doctrinar, son dos cosas fundamentalísimas que se complementan la una a la otra. Predicar sin doctrinar, es sembrar sin poder cosechar; doctrinar sin predicar es querer cosechar sin sembrar. Dios ha puesto sobre nosotros una carga muy grande por las almas que nunca han escuchado el evangelio, pero también nos ha cargado, por las almas que continuamente escuchan el evangelio.
Es muy doloroso que las almas se pierdan, sin nunca haber escuchado el evangelio. Pero es mucho más doloroso que las almas se pierdan escuchando todos los días el evangelio. Es muy triste perder el alma en la selva, es mucho más triste perder el alma en la iglesia. Es mejor ser un pagano en la selva, que ser un mundano en la iglesia.
Es terrible ser frío y perderse en la selva, pero es mucho más terrible ser tibio y perderse en la iglesia.
De hay la responsabilidad de la iglesia de no solamente predicar y evangelizar, pero también doctrinar y enseñar. Nosotros siempre hemos hecho ambas cosas, por eso este estudio en esta ocasión se trata sobre LA SANTIDAD.
El significado primario de la palabra santidad es separación dedicación para vivir para Dios y para servirle. Si la demanda divina de santidad o separación incluye la casa templo, el mobiliario, los utensilios, todo lo utilizado en rendir culto a Dios tiene que ser separado exclusivamente para Dios, mucho más se requiere a nosotros como hijos de Dios, todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.
La Palabra de Dios enseña enfáticamente que “sin santidad, nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).
En (San Lucas 1:75) declara que este evangelio es “en santidad y en justicia”
En (2 Corintios 7:1) dice: “limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” 
En (Efesios 4:24) se nos ordena diciendo: “vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
En Tito 2:11 nos declara: “enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”
El Salmo 24:3-4 dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?  El limpio de manos y puro de corazón;El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño”
En Mateo 5:8 dice: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.”
En 1 Juan 2:15-17 dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 

2:16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 
2:17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”

En 1 Timoteo 2:8-10 dice: “quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”. “porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios,” (1 Pedro 3:5).
Hoy día hay mucha gente en las iglesias que dicen ser salvos, pero viven, actúan y visten como lo hace el mundo. Dicen ser cristianos pero viven y visten como mundanos y hasta como paganos. A los tales les preocupa más estar a la moda, que estar en santidad. No siguen los dictados de la Biblia, sino los dictados de Hollywood y de París. No se puede establecer la diferencia entre los tales y los inconversos y paganos. No solo se contaminan ellos mismos, sino que también contaminan la casa de Dios porque asisten a la misma, vestidos indecorosamente. Refiriéndose a la casa de Dios dice el Salmo 93:5 como sigue: “la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre”.
Muchos dicen que Dios no se fija en lo exterior, pero estas citas bíblicas que hemos leído se refieren e incluyen lo exterior. Muchos dicen que Dios lo que mira es lo interior, pero al mirar lo interior, ya ha tenido que mirar lo exterior. La santidad tiene precisamente dos aspectos: El interno y el externo, esto es, el aspecto del corazón y el aspecto de la conducta exterior, uno tiene que ver con los motivos; el otro con las acciones. La santidad interna, es un estado de pureza obrado por el Espíritu de Dios. La santidad externa es una vida de justicia y devoción a los más elevados ideales del evangelio. La verdadera santidad interna, siempre se manifestará externamente, manteniendo normas altas de conducta conforme a la Palabra de Dios, y por consiguiente, diferentes a las del mundo. El creyente santificado, será diferente tanto en lo interior como exteriormente.
La Biblia claramente enseña como debemos andar (Juan 2:6) “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” y  (Efesios 4:17) “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente”
La Biblia claramente enseña como debemos conversar (1 Pedro 1:15) “como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”
La Biblia claramente enseña como debemos vestir (1 Timoteo 2:9). “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia… como corresponde a mujeres que profesan piedad.”  Esto también se aplica para los hombres para vestir ropas ridículas. Dios nos ha llamado a pureza y a santidad. Dice(1 Tesalonicenses 4:7) “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.”
Nosostros tenemos que seguir el llamado de Dios y el dictado de la Biblia, y no el llamado del mundo y los dictados de modas indecorosas. El camino al cielo, es camino de santidad. Dice en Isaías 35:8 “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él...” Dios es santo y el camino que conduce a Él, es camino de santidad, porque sin santidad nadie verá al Señor.
Hermanos y amigos: Causa dolor ver la condición de tantos creyentes, iglesias y denominaciones llenos del mundo, completamente mundanos, viviendo, actuando, hablando, vistiendo como el mundo, amando al mundo y las cosas del mundo, ellos reclaman que son cristianos, reclaman que irán al cielo, piensan que Dios no interviene en lo exterior, pero leamos la severa amonestación del Apóstol Santiago que dijo: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4). Causa mucho dolor, que aflige el corazón y muchos naufragan en la fe, cuando ven a notorios predicadores, que son notorios adúlteros, fornicarios, o divorciándose y recasándose repetidas veces con una facilidad espantosa. O engañadores, cuyo dios es el vientre, aprovechándose de la buena fe de los creyentes.
La razón por la cual el mundo no ha sido evangelizado, es precisamente por los malos testimonios, la mundanalidad, la falta de santidad en individuos e iglesias. Con razón el Apóstol Pedro afirma: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las verdades de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” Quiere decir, que para poder anunciar con efectividad las virtudes del evangelio, tenemos que ser gente santa. En el Antiguo Testamento, cuando un sacerdote manchaba, o deshonraba su ministerio con adulterio, fornicación o idolatría, Dios lo excluía, lo eliminaba del ministerio, y lo que más Dios le permitía, después que se arrepentían, era ser porteros en el templo. Y hoy día, si tantos adúlteros y fornicarios que manchan y deshonran el ministerio y los púlpitos, salieran del ministerio y se arrepintieran, ¡qué muchos porteros habría!
Hermano, hermana: si Ud. encuentra que en su vida hay cosas, conversaciones, vocabulario, modas, costumbres, maneras de vivir que no son santas, que no agradan a Dios, es mejor que Ud. se humille en la presencia de Dios, le pida perdón y le prometa abandonar tales cosas para entrar plenamente en el camino de santidad, porqueSIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR.

FIRMES HASTA EL FINAL (Por: Rev. Humberto Henao)

MARTIRIO A PASTORES.
El 21 de Septiembre a de 2009 en Chopal, corregimiento de San José del Guaviare (Colombia), fue vilmente asesinado el pastor: Manuel Camacho, el hecho ocurrió frente a su esposa Gloria, a su hijita Ingrid de 13 años y otros hermanos y amigos que en esa calurosa mañana transitaban las calles de esa pequeña población. Cuentan los testigos que mientras le disparaban, el sicario decía “esto es por no obedecer las órdenes”, este episodio se ha repetido en otras regiones más del país y se suma a los 100 casos que mencionó el Dr. Víctor Velásquez Reyes, actual presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la República.
La pregunta forzada es: ¿Quiénes y por qué asesinan a los pastores en Colombia?
Respuesta: Los grupos armados ilegales, ¿Por qué? Por la predicación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y por los efectos que esa predicación produce en una población hastiada y cansada de la violencia, que ven y encuentran en las iglesias evangélicas la paz, el perdón y la reconciliación que Dios les ofrece a través de su Palabra.
Es paradójico que estos grupos armados, con ideología y argumento, con tanto tiempo y espacio, no hayan logrado persuadir a la población a su favor y tengan que recurrir a la amenaza y la violencia como recurso para mantenerse.
¿Cómo se explica que un pastor campesino, conozco muchos, iletrados, sencillos, sin más armas que una Biblia, sin más argumentos que el evangelio, sin más motivaciones que el amor por los perdidos, sin más recursos que el llamamiento Divino, sea capaz de convencer y persuadir a tantas personas en aquellos lejanos lugares? Templos y capillas saturados de familias enteras, de hombres y mujeres de todas las edades, orando, cantando, escuchando la predicación, son la evidencia de lo que el Señor está haciendo en las zonas marginadas de nuestra amada Colombia.
Es todo esto lo que ha despertado celos en estos grupos que incapaces de convencer con dialéctica y argumentos, apelan a la violencia como método y asesinan a los siervos de Dios, creyendo con ello que evitarán la conversión de las almas al Señor, cuando el efecto es diametralmente opuesto.
¿Cómo pretenden estas personas ser una alternativa de poder en Colombia, si no respetan la vida y el libre pensamiento de las personas?
El evangelio de Jesucristo es superior a todo pensamiento y filosofía humana porque persuade no presiona, convence no amenaza, restaura no degrada, alumbra no oscurece. En la iglesia conviven en perfecta armonía, personas que antes de Cristo profesaban todos los conceptos políticos y filosóficos pero ahora, debido a la nueva vida hemos aprendido a desarrollarnos y a crecer dentro del amor a Dios y a nuestro prójimo.
Por otro lado quisiéramos que los grupos armados cesaran su accionar violento contra la iglesia de Cristo, ya que esa actitud se les volverá en su contra, pues el pueblo sabe quiénes somos y que predicamos. Además la inviolable justicia Divina no dejará impune a quien se levanten en contra de su iglesia “No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” dijo Dios, Sal. 105:15.
La historia es testigo que todos los hombres e imperios que han pretendido acabar con la iglesia de Cristo, no lo han logrado, más bien ellos han desaparecido y la iglesia permanece.
Por último, quiero desde estas páginas, invocar la solidaridad del pueblo evangélico, para que proclamemos oraciones y ruegos ante el fundador y Cabeza de la Iglesia, Cristo Jesús Mt. 16:18; ef. 2:20, para que nuestros pastores y líderes sigan anunciando con denuedo el Nombre del Señor y su Santo Evangelio, Hech. 4:29-30, para que las almas continúen convirtiéndose a Cristo, Hech. 4:32, para que los alzados en armas, conozcan al Señor y encuentren en El lo que no les dio la guerra, Zac. 4:6; para que el “Juez de toda la tierra”, demande la sangre de sus siervos, de quienes les causaron la muerte, Gn. 18:25 y Rom. 12:19, para que cada día se sumen a la causa del Señor más hombres y mujeres valientes que se “atrevan a hablar la Palabra sin temor” Filp. 1:14. Recordando las insignes palabras que pronunciará Tertuliano, otro mártir cristiano hace siglos, quien dijo: “La sangre de los cristianos es la semilla de la iglesia”.  

EL SECRETO DE LA VICTORIA (Por: Rev. Enrique Centeno)

Cada cristiano debe saber que el secreto de la victoria está en la confianza que tengamos en el Señor. En 2da. de Crónicas 14:2-15 observamos que el rey Asa descubrió el secreto de obtener una gran victoria. El puso en acción varios aspectos que lo condujeron a alcanzar la misma.

Aspectos que llevaron al rey Asa a la victoria:

Hubo purificación- ver. 2 "E hizo Asa lo recto y lo bueno antes los ojos de Jehová su Dios". Es posible hacer lo bueno y no hacer lo recto. Muchos religiosos son buenos, son generosos, son bondadosos, ayudan a la gente pobre; pero no son rectos, porque estafan en los negocios. Judas "fue bueno con los pobres" cuando una mujer derramó un frasco de perfume sobre los pies del Maestro, él calculó que valdría unos trescientos denarios dijo: ¡que desperdicio!, "mejor hubiera sido que se vendiese y se le diera a los pobres". La realidad es que Judas era ladrón. Hay personas que son buenas y generosas con el dinero de otros. En el pueblo de Dios también los hay, los que son buenos con el dinero que le pertenece al Señor. No cumplen con sus deberes, con sus responsabilidades financieras en la iglesia hacen con el dinero que le pertenece a Dios, lo que a ellos mejor le parece.

De otro modo, es posible encontrar personas que sea rectas pero con actitudes no buenas. Jonás era muy recto tan recto que cuando fue a Nínive anunció que en cuarenta días, ésta sería destruida y subió a una montaña para ver la destrucción de los habitantes de aquella nación. Mientras esperaba que el juicio cayera sobre Nínive, dice la Palabra de Dios que el rey declaró tres días ayuno para todos los habitantes; hombres, mujeres, niños y aún animales. Vio Dios que este pueblo se humilló, que imploró su perdón, que acudió a su misericordia y detuvo el juicio. Jonás se enojó en gran manera porque su profecía sobre juicio no se cumplió. El Señor tuvo que hablarle a Jonás, de tener compasión de una ciudad donde había más de ciento veinte mil personas que no sabían discernir entre su mano derecha y su mano izquierda.
Otro ejemplo es el de Juan y Jacob, los hijos del trueno, los cuales eran rectos, pero no eran buenos. En el camino de Jesús hacia Jerusalén, el Señor les dijo que entraran y le preparan la estadía den Samaria, más como lo samaritanos entendieron que Jesús no se detendría allí y que continuaría camino a Jerusalén, no le quisieron recibir. Juan y Jacobo fueron donde Jesús y le dijeron "no han querido recibirte, quieres que hagamos como hizo Elías que mandó a llover fuego del cielo y los consuma", Jesús tuvo que reprenderles "Vosotros no sabéis de qué espíritu sois porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder las almas, sino a salvarlas". Igualmente el hermano del pródigo era recto pero su actitud no fue buena. Cuando oyó sobre la fiesta que se realizaba, preguntó cual era la causa y el motivo. Entonces le dijeron que su hermano menor había regresado, que su padre le había recibido con gozo y regocijo, y que había mandado a prepararle una fiesta de recibimiento. Dice la Palabra del Señor que él no quiso entrar a la celebración. El padre le dijo:"he aquí tu hermano muerto era y ha revivido, se había perdido mas ha sido hallado". Era ocasión de gozo, de alegría, y de regocijo, más el hermano no se regocijo. La razón, era que él había vivido todo el tiempo al lado del padre sin haberle causado molestias y el padre no le había dado un cabrito para gozarse con sus amigos, mas no así con el hijo que había malgastado toda su herencia, con rameras y en una vida de perdición. El hijo mayor había sido recto mas no tenía un corazón bueno.
Porqué hizo Asa lo recto y lo bueno delante de Jehová su Dios. Dice la Palabra en el ver. 3 en adelante "Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos. Quitó así mismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino en paz bajo su reinado"·. Estos lugares que se mencionan, eran donde se le rendía culto a Baal el dios de la fertilidad, a Asera la diosa de la fortuna, y a Moloc, el dios al cual se le ofrecían sacrificios humanos. Todos esos dioses estaban en medio del pueblo de Israel, y por supuesto, el pueblo estaba desviado de la verdadera adoración. Estos dioses extraños interrumpían la comunicación entre Dios y su pueblo. Sin embargo, Asa fue guiado para limpiar de en medio del pueblo todo aquello que estorbaba e impedía la verdadera adoración y el culto a Dios. Y cuando Asa hizo esto, el reino tuvo paz. La Palabra dice "que cuando los caminos del hombre son agradables a Dios, aún a sus enemigos hace estar en paz con él" aunque en nuestros días, el pueblo de Dios no tenga esos dioses desagradables, abominables como lo tenía el pueblo de Israel; existen muchas cosas que están apartando y separando al pueblo de Dios. Si queremos la bendición de Dios, tiene que haber purificación en nuestras vidas, y queremos ser de bendición para otros, tenemos que quitar todo lo que impida que Dios pueda usarnos como canal y fuente.
Hubo preparación ver. 6 - Asa edificó ciudades fortificadas en Judá para asegurar la victoria. Para que haya edificación tiene que haber paz. En tiempos de guerra, una nación no puede edificar porque la guerra destruye lo que estaba edificado. Amado, aunque el mundo esté en guerra y en conflicto; en el pueblo de Dios y la Iglesia de Jesucristo tenemos paz, porque Cristo es el autor de la paz. El dijo:"mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da yo os la doy". Para poder vivir en paz con nuestros semejantes, tenemos primeramente estar en paz con Dios, y con nosotros mismos. El mundo habla mucho de paz, pero no hay en el mundo. Y todos sabemos que este anuncio de paz se oye por doquiera, no es más que un pregón de lo que está por suceder muy pronto. Cristo levantará la Iglesia y los juicios de Dios serán derramados en toda su potencia sobre la faz de la tierra. En medio de ese ambiente de guerra, de zozobra, y de intranquilidad, la Iglesia de Cristo, el pueblo de Dios, debemos tener paz. La Iglesia tiene mucho para edificar, el cristiano individualmente tiene que edificar. Cristo dijo; "sobre esta roca edificaré mi Iglesia" En hechos 9:31 dice que las Iglesias eran edificadas pro todas partes "porque tenían paz". Tenemos que estar conciente para qué el Señor nos ha llamado. Para poder edificar tenemos que estar cien por ciento en perfecta unidad, trabajando en equipo el engrandecimiento de la obra de Dios y para la gloria de su nombre. Tenemos que mantenemos en unidad para poder seguir edificando. Debemos cerrar cada vez más las brechas, para no darle oportunidad al enemigo.
Edificó Muros. Ver.7 - Asa dijo por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros. Los muros nos hablan de protección. Los habitantes de Jericó y su rey estaban confiados mientras los muros estuvieron levantados, pero cuando Dios los derribó, quedaron a expensas del pueblo de Israel.
Cuando Nehemías supo del estado y de la condición en que se encontraba Jerusalén; que sus muros estaban arruinados, sus puertas por el piso, sintió gran preocupación, porque Jesuralén estaba desprotegida, estaba en ruinas. Antiguamente una ciudad sin muros era vulnerable al enemigo. En la vida cristiana tenemos que tener muros a nuestro alrededor. Cuando Dios le habló a Satanás a cerca de Job, le dijo:"no has visto a mi siervo Job, hombre perfecto, recto, temeroso delante de Dios" El diablo le dijo a Dios: "pero no le has cercado a él y a todo lo que tiene". Así que el diablo veía la muralla que Dios había puesto alrededor de la vida de su hijo, de su siervo. En la vida ministerial tiene que levantarse muros de protección, igualmente en esta Obra del Movimiento Misionero Mundial, los muros tiene que seguir en pie. Los muros de Santidad no pueden caerse. Dentro del llamado pueblo de Dios se ha colado mucha inmundicia, mundanalidad, se hace muy difícil distinguir entre los que son de Dios y los que pertenecen al mundo. El pueblo de Dios siempre ha sido y deber ser un pueblo diferente. Tiene que establecerse esa diferencia. Tenemos que seguir edificando el muro de la Santidad aunque nos digan anticuados, aunque nos digan fanáticos. No podemos rebajar las normas de conducta que Dios ha establecido dentro de esta Obra. Preferimos tener contento al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo guardando su Palabra, no importando los apodos o epítetos que nos pongan, porque es mejor honrar a Dios y su Palabra. El Señor ha dicho: "honraré a los que me honran" Dios quiere hombres y mujeres rendidos, dispuestos, llenos del Espíritu Santo, que proclamemos su Palabra tal como El nos la ha dado. Hay que seguir levantando los muros de la Palabra, siendo luz y testimonio en este mundo. Tenemos que confesar a Cristo con nuestros labios y con nuestros hechos. Tenemos que vivir vidas santas por dentro y por fuera.
Edificó Torres - ver.7 Las torres nos hablan de vigilancia. La torre de la oración. "Velad y orad para no entréis en tentación". Vigilancia."Bienaventurados aquellos siervos que cuando su Señor venga, los halle haciendo así" Vigilando. "Sed sobrios y velad porque vuestro adversario el diablo como león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar". Cuando descuidamos nuestra vida de oración, en nuestra muralla de protecciones puede abrir una brecha por la cual entre el enemigo. Por eso es que tenemos que mantenernos en vigilancia. Las torres no se pueden descuidar, tenemos que seguir edificándolas, para la gloria del Señor.
Asa tenía también ejércitos, hombres diestros que tenían escudos. La Iglesia de Cristo es un ejército. Cuando Moisés fue comisionado para que fura delante de Faraón, con la orden de dejar en libertad al pueblo de Israel. Dios le dijo a Moisés: "Faraón no oirá, más yo pondré mi mano sobre Egipto y sacaré mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel". En el libro de Cantar de los Cantares 6:10 y refiriéndose a la Iglesia dice: "¿Quién es esta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden?" Así que Dios llama a su pueblo mis ejércitos y Dios es llamado en la Biblia: Jehová, Dios de los Ejércitos.
Somos parte del ejército de Dios. Dice la Palabra que en el ejército de Asa todos eran hombres diestros. En Cantares 3:7 "los valientes que rodeaban las literas de Salomón eran sesenta hombres valientes, diestros en la guerra cada uno con la espada sobre su muslo". Sabemos que la espada del pueblo de Dios es la Biblia. Asa tenía resistencia. "Vendrá el enemigo como ríos pero el Espíritu de Dios levantará bandera contra él". "Aunque un ejército se levante contra mí, no temerá mi corazón, aunque contra mí se levante guerra yo estaré confiado". "Y clamó Asa a Jehová". Zera comandaba un ejército de un millón de hombres el cual superaba en soldados a los ejércitos de Asa, casi lo duplicaba. Asa clamaba "¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, Oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos". Aunque el ejército de Asa estaba bien adiestrado y equipado; el no puso su confianza en las armas, ni en lo diestros que eran sus soldados. Su confianza estaba en Dios. No podemos apoyarnos en nosotros mismos, ni en otros, ni en la política, ni en el mundo. Tenemos que apoyarnos en Dios. Asa reconoce que el enemigo era poderoso, pero sabía que la batalla realmente, era el Señor el que tenía que pelearla.
He aquí uno de los secretos de la victoria; la confianza en el Señor. "El" es Dios de la victoria, Zera y todos los etíopes fueron aniquilados. Fue una victoria moral, material y económica, regresaron a Jerusalén triunfantes.
La Iglesia tiene el desafío y el reto más grande de la historia. Muchos están siendo vencidos, derrotados ante las fuerzas enemigas; pero como dijera el apóstol Pablo, "nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma". Estamos en conflicto, en una gran batalla, en una gran lucha; la cual no es contra carne y sangre sino contra principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas, contra malicias espirituales. Es un ejército poderoso, pero el Cristo de la gloria nos ha proporcionado las armas adecuadas para pelear.

Como Iglesia nos enfrentamos a este ejército, por eso las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortaleza. Creemos que Dios nos a provisto del poder del Espíritu Santo, con los dones milagrosos, los frutos del Espíritu Santo, y el arma defensiva más poderosa de los siglos, la Palabra de Dios.
Haciendo lo que Asa hizo, con la ayuda del Señor, en medio de este tiempo de conflictos y de muchas dificultades, podemos mantenernos firmes en una vida cristiana de total y constante victoria; porque esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe en el Cristo invisible, victorioso. No estamos solos en esta batalla, Cristo ha prometido: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin" dándonos siempre su victoria.

APRENDED DE MÍ (Por: Rev. Luis M. Ortiz)

 En el evangelio según San Mateo capítulo 11 y versículo 28, nuestro Señor Jesucristo dijo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”.
Cualquier ser humano que dijera: “Soy manso y humilde de corazón”, tal declaración habría de ser juzgada al instante y declarada falsa al comparar la vida del que expresara con incomparable vida, conducta, humildad y santidad del que originalmente expresó, esto es, nuestro maravilloso Salvador Jesucristo.
El Señor es el Gran “Yo Soy”, que también dijo como sigue:
“Yo soy el Hijo de Dios” (Jn. 10:36) “Yo soy el pan de vida” (Jn. 6:4)
 “Yo soy el pan vivo” (Jn. 6:51) “Yo soy la puerta de las ovejas” (Jn. 10:7)
 “Yo soy de arriba” (Jn. 8:23) “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11:25)
 “Yo soy el buen pastor” (Jn. 10:11, 14) “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Jn 14:6)
 “Yo soy la vid verdadera” (Jn 15 1-5) 
 En las Sagradas Escrituras aparecen como ciento veinticuatro nombres y títulos de nuestro Señor Jesucristo. Entre estos, los siguientes cuarenta y ocho en orden alfabético:
  Abogado Dios Fuerte Gobernador Luz Príncipe de PazTodopoderoso 
  Alfa y Omega Don de Dios Heredero de Todo Maestro Redentor Ungido
  Admirable El Deseado Imágen de Dios Mediador Resurrección y vida Unigénito
  Bienaventurado Emmanuel Jefe Mesías Rey de Reyes Verbo de Dios
  Camino Estrella de la mañana Jesús Nazareno Salvador Verdad
  Consejero Fortaleza Juez Nuestra Esperanza Señor de Señores Vida Eterna
  Cordero de Dios Fuente León de Judá Obispo Sumo Sacerdote Yo Soy
  Dador de la Ley Fundamento Libertador Pan de Vida Testigo Fiel 
Pero con todos estos nombres y títulos, y muchos otros más, todos maravillosos, excelentes, divinos, Él dijo: “Yo soy manso y humilde de corazón”.
 La palabra “mansedumbre” significa que la persona es serena, tranquila, considerada, respetuosa, templada, tolerante. La palabra “humildad” significa que la persona es sumisa, obediente, modesta, apacible, paciente, pacifica. Son dos virtudes similares, muy parecidas. Una diferencia principal que hay entre amas es en cuanto a la relación. En nuestras relaciones con nuestros semejantes, la presencia de esta virtud se llama mansedumbre. En nuestra relación con Dios la presencia de esta virtud se llama humildad. Nuestro señor dijo: “yo soy manso y humilde de corazón”. Fue manso para con los hombres pues fue ignorado, despreciado, desechado, perseguido, calumniado. Fue acusado de engañador, sedicioso, impostor, blasfemo. Fue tenido en nada, fue arrestado enjuiciado falsamente, fue abofeteado, ridiculizado, crucificado. Pero el gran “yo soy”, “enmudeció y no abrió su boca”. Y cuando hablo, lo hizo con modestia, templanza, con amor y mansedumbre, pues “nunca hizo maldad ni hubo engaño en su boca”.
                Nuestro señor Jesucristo también fue “humilde de corazón” en Sus relaciones pararon el Padre. Reconocía que fue enviado por el padre, que la doctrina era del padre, afirmaba que las obras eran del padre, que las palabras eran del padre, que hacia obras del padre. Que oraba y alababa al padre, que era uno con el padre y que el vaso que el padre le dio a tomar, Él tomó; que amaba al Padre, y el Padre le amaba a Él, que salió del Padre y regresaba al Padre, y concluyendo Su ministerio terrenal, sus últimas palabras en la Tierra fueron: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
                ¡Ejemplo grandioso, ejemplo único! ¡Ayer nadie fue tan humilde; hoy nadie es tan humilde; mañana nadie será tan humilde! ¡Es que quien sea realmente humilde, es grande y quien sea grande es realmente humilde! Que Dios nos ayude a entender la humildad de la grandeza y la grandeza de la humildad.
                Es una maravilla sin igual que el logos eterno por el cual el vero eterno “se humilló a lo sumo”; esto es “para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¡El hijo de Dios se hizo hombre para hacer a los hombres hijos de Dios! Y en la eternidad Él siempre estuvo en forma de Dios, con un cuerpo espiritual, como el padre y del espíritu santo. Juan escribe: “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”.     
                El apóstol pablo, bajo la inspiración de espíritu santo, escribe: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en cristo Jesús”. ¿Y cual fue el sentir que hubo en cristo Jesús? ¡Fue el sentir, la actitud, la disposición de Su voluntaria humillación para salvar al hombre! En su propia y voluntaria humillación Él desciende siete escalones desde su posición eterna “siendo en forma de Dios”. Notemos los pasos descendientes del señor en su humillación:
  1. Cedió su derecho de permanecer en forma de Dios
  2. Se despojo a si mismo de su forma de Dios
  3. Tomo forma de siervo
  4. Se hizo semejante a los hombres;  forma humana
  5. Se humilla a si mismo
  6. Se hizo obediente hasta  la muerte
  7. Y muerte de cruz
De esa posición divina y eterna nuestro señor Jesucristo, no se aferro a su derecho inalienable de permanecer “en forma de Dios”, sino que cedió tal derecho, y bajo el primer escalón en su voluntaria humillación, a fin de redimir al hombre de sus pecados.
El segundo escalón  descendiente fue que “anonadó a Si mismo”, o sea, se hizo de ninguna reputación; se vació de “aquella gloria que tuvo” junto al padre.
El tercer escalón que el verbo eterno descendió es que tomo forma de siervo. Siendo soberano se hizo siervo. “siendo rico, se hizo pobre”. Él era servido, ahora Él servirá. Él  “no vino para ser servido sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
                El cuarto escalón que el lógos Eterno descendió es que se hizo “semejante a los hombres”. Un ángel es un siervo, pero el hombre fue hecho  “poco menor que los ángeles”; por consiguiente, el señor se hizo menor que los ángeles. Y como hombre fue “despreciado, menospreciado y desechado entre los hombres”. Siendo Dios, se hizo hombre. Rodeado de gloria y esplendor, se hizo “Varón de dolores, experimentado en quebranto”.
                El quinto escalón que el eterno Vero descendió es que “hallado en la condición como hombre, se humillo a si mismo”. No se hizo el más importante, ni el más prominente de los hombres, conforme a los valores humanos. Nunca busco glorias humanas, ni reconocimientos humanos. Él “se humillo a si mismo” y vino a ser el mas humilde de todos los hombres.
                El sexto escalón que el eterno lógos descendió es que “se hizo obediente hasta la muerte”. Él sabía que habría de morir; y ante la oposición y las amenazas decía: “Nadie me quita la vida, mas yo la pongo de mi mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn. 10:17,18). “Y… como se cumplió el tiempo… él afirmo su rostro para ir a Jerusalén” (Lc. 9:51). “entonces vino a sus discípulos, y les dijo: …he aquí a llegado la hora, y el hijo del hombre es entregado en manos de pecadores” (Mt. 26:45).
Y el séptimo escalón que el sublime y eterno verbo hecho hombre descendió, es que murió, no como un prócer, ni como un prohombre, ni como un Gran Rabí, ni como un Benefactor de oda la humanidad, todo lo cual era, y mucho mas; sino que murió sin ninguna estimación ni distinción humana, fue cortado, violenta, engañosa e injustamente en el vil patíbulo de la cruz, destinada esa para la escoria, los perversos, los salteadores de camino: aunque “nunca hizo el maldad, un hubo engaño en su boca… enmudeció y no abrió su boca “. Y cuando abrió su boca fue para pedir perdón al padre a favor de sus enemigos, para responder la oración de uno de los dos ladrones también clavados en sus respectivas cruces; para proteger a la madre Maria; para dirigirse al padre celestial en su soledad como redentor; para expresar su sed física, pero principalmente su sed espiritual por salvar y redimir al pecador; para proclamar al cielo, a la tierra, al infierno, al espacio, al tiempo y ala eternidad, a Satanás, a los demonios y al lago de fuego, que el consumaba victoriosamente su obra redentora; finalmente, al morir, para encomendar su espíritu al padre. Y así, el capitán de nuestra salvación convertía la cruz en trono, “para destruir por la muerte al que tenia imperio de la muerte, es a saber, al diablo”.
                Pero amados por cuanto el verbo eterno cedió su derecho a permanecer en forma de Dios juntamente con el padre y con el espíritu santo; por cuanto se anonadó a Si mismo; por cuanto tomo forma de siervo; por cuanto se hizo hombre; por cuanto como hombre, se humillo así mismo; por cuanto se hizo obediente hasta la muerte; por cuanto murió en el vil  patíbulo de la cruz, y así mismo Dios el padre le resucitó de entre los muertos con un cuerpo glorificado, y le hizo ascender todos los siete escalones que había descendido en su voluntaria humillación  para redimirnos del pecado.
                Por tanto, Dios le resucitó de entre los muertos; Dios le ensalzo hasta los sumos; le dio un nombre que es sobre todo nombre; que en el nombre de Jesús de doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que están en la tierra, y de los que estan debajo de la tierra; por tanto, toda lengua confiese que Jesucristo es el señor, para la gloria de Dios Padre; por tanto, Dios sometió todas las cosas bajo sus pies: y finalmente, Dios lo dio por cabeza sobre todas las cosas ya la iglesia, la cual en su cuerpo, la plenitud de aquel que llena todas las cosas en todos. Pero habiendo sido el señor exaltado a lo sumo, y siendo admirable, Rey de reyes, Señor de Señores, sumo sacerdote, redentor, todopoderoso, ungido, verbo de Dios, vida eterna, el gran yo soy, empero sigue siendo humilde, pues se requiere ser humilde para seguir prestando servicio en el cielo a favor de los suyos.
                El Cristo que murió también resucitó, y esta senado a la diestra de Dios, y también intercede por nosotros (Ro. 8:24). Nuestro señor Jesucristo es “Sacerdote eternamente según el orden de Melchisedec… tiene un sacerdocio inmutable, por lo cual pueden tambien salar eternamente a los que por el se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He. 7:21, 24,2). Sin embargo, nuestro adorado salvador Jesucristo nos sigue diciendo: “Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas”.

GLORIA DE SER MISIONERO (Por: Rev. Luis M. Ortiz)

Ninguna empresa en el mundo confronta tantos obstáculos como la Obra de Dios; pero también es cierto que ninguna otra empresa en el mundo obtiene más triunfos y victorias con resultados eternos que la Obra de Dios.
Ninguna tarea en la Obra de Dios es más obstaculizada, combatida, perseguida, menos reconocida y menos recompensada que la Obra Misionera en los campos extranjeros. Desde que una persona dice que tiene llamamiento para ir a un país extranjero, empieza a ser mal entendido, mal querido, obstaculizado, combatido y perseguido.
Cuando sale al campo misionero, abandonando su hogar, su ambiente, sus amistades, se encuentra solo, olvidado, enfrentándose a los más duros trabajos, sin estímulo oportuno, sin los medios adecuados, sin los fondos necesarios. Tiene que pasar semanas sin comer, sin los compañeros de siempre, fatigado por la indiferencia, acosado por la nostalgia, herido por la ingratitud. Cuando regresa a su país, donde cree encontrar un poco de aliento y comprensión, ya allí es como un extranjero, ha sido relegado, se mira con sospecha y desconfianza, se le trata con desconsideración y hasta se considera una amenaza…
Si nada hace, le falta acción.

Si algo hace, se extremó en la acción.
Si nada dice, le falta expresión.
Si algo dice, no tiene razón.
Si regresa joven, perdió la visión.
Si regresa maduro, no tiene ocasión.
Si regresa anciano, para el paredón.
Todas estas cosas que para el superficial, el aprovechado y el ambicioso son desventajas que desprecia y rehuye; para el verdadero misionero son precisamente sus glorias, sus riquezas, su caudal. Glorias, riqueza y caudal que no cambia por las posiciones ni las jerarquías de los que menosprecian y hostiga. 
El verdadero misionero no podrá ser otra cosa. Su vida y actividades giran en torno a ese llamamiento y a esa pasión. El verdadero misionero todo puede soportarlo, menos el que quieran desviarlo de su vocación divina. El verdadero misionero está dispuesto a las grades renunciaciones, menos a renunciar a su llamamiento. El verdadero misionero sabe que Dios le ha llamado, y su llamamiento y ministerio está por encima de hombres y cosas. El verdadero misionero vive su misión; y la misma es “impuesta necesidad”  la cual no puede regir ni abandonar. El verdadero misionero comprende que la tarea suprema de la iglesia es la evangelización del mundo, y hacia ese fin ha dedicado y rendido su vida.  El verdadero misionero no antepone ningún otro interés o relación al supremo interés de la salvación de las almas y a la indispensable relación con su maestro, a quien ama, sirve y obedece.
Por estas firmes convicciones y poderosas razones es que el verdadero misionero no puede ocultar ni callar, tiene que sufrir, pero esas son sus glorias, pues el discípulo  no es mayor que su señor. Como a su señor, también le juzgan y le visten con ropas de la crítica malsana.  Le escupen con las palabras del agravio. Le hacen cargar su cruz del descrédito. Le sepultan en la tumba del menosprecio y el olvido.
Pero así como su Maestro resucitó al tercer día, el verdadero misionero resucita todos los días, porque todos los días le juzgan, le crucifican, le sepultan, cumpliéndose así real y diariamente las palabras de aquel otro gran misionero, el apóstol Pablo, quien escribió: “Estando atribulados en todo, más no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; abatidos, mas no pereceremos. Llevando siempre por todas partes la muerte de Jesús en el cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal. De manera que la muerte obra en nosotros, en vosotros la vida”.
Cuando Alejandro el Grande preguntó al sabio griego Diógenes: “¿Qué quieres de mí?”, éste respondió: “Yo nada, que no me quites el sol”. El apóstol Pablo, dijo: “Las cosas que para mí eran ganancia, las he reputado pérdidas, por amor de Cristo… y lo tengo todo por basura, para ganar a Cristo”.
Por eso, el verdadero misionero que sigue las huellas de su Maestro, tiene que expresar:
Poco importan las riquezas
Nada importan posiciones
Ni me inquietan ilusiones
De prestigio y de grandeza. 
Si hay halagos no me afectan
Ni me alteran las calumnias
En el crisol de la alcurnia
Arde todo lo que viertan. 
A todo he renunciado
Con todo os podéis quedar
Es mejor con Cristo estar
Aunque sea crucificado. 
Yo me quedo con las glorias
De la cruz del Nazareno
Lo demás me es ajeno
Y lo tengo por escoria.
¿Obispo, rey o galeno?
¿Tener gloria terrenal?
¡Yo prefiero la eternal!
Gloria de ser Misionero!