domingo, 1 de mayo de 2011

APRENDED DE MÍ (Por: Rev. Luis M. Ortiz)

 En el evangelio según San Mateo capítulo 11 y versículo 28, nuestro Señor Jesucristo dijo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”.
Cualquier ser humano que dijera: “Soy manso y humilde de corazón”, tal declaración habría de ser juzgada al instante y declarada falsa al comparar la vida del que expresara con incomparable vida, conducta, humildad y santidad del que originalmente expresó, esto es, nuestro maravilloso Salvador Jesucristo.
El Señor es el Gran “Yo Soy”, que también dijo como sigue:
“Yo soy el Hijo de Dios” (Jn. 10:36) “Yo soy el pan de vida” (Jn. 6:4)
 “Yo soy el pan vivo” (Jn. 6:51) “Yo soy la puerta de las ovejas” (Jn. 10:7)
 “Yo soy de arriba” (Jn. 8:23) “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11:25)
 “Yo soy el buen pastor” (Jn. 10:11, 14) “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Jn 14:6)
 “Yo soy la vid verdadera” (Jn 15 1-5) 
 En las Sagradas Escrituras aparecen como ciento veinticuatro nombres y títulos de nuestro Señor Jesucristo. Entre estos, los siguientes cuarenta y ocho en orden alfabético:
  Abogado Dios Fuerte Gobernador Luz Príncipe de PazTodopoderoso 
  Alfa y Omega Don de Dios Heredero de Todo Maestro Redentor Ungido
  Admirable El Deseado Imágen de Dios Mediador Resurrección y vida Unigénito
  Bienaventurado Emmanuel Jefe Mesías Rey de Reyes Verbo de Dios
  Camino Estrella de la mañana Jesús Nazareno Salvador Verdad
  Consejero Fortaleza Juez Nuestra Esperanza Señor de Señores Vida Eterna
  Cordero de Dios Fuente León de Judá Obispo Sumo Sacerdote Yo Soy
  Dador de la Ley Fundamento Libertador Pan de Vida Testigo Fiel 
Pero con todos estos nombres y títulos, y muchos otros más, todos maravillosos, excelentes, divinos, Él dijo: “Yo soy manso y humilde de corazón”.
 La palabra “mansedumbre” significa que la persona es serena, tranquila, considerada, respetuosa, templada, tolerante. La palabra “humildad” significa que la persona es sumisa, obediente, modesta, apacible, paciente, pacifica. Son dos virtudes similares, muy parecidas. Una diferencia principal que hay entre amas es en cuanto a la relación. En nuestras relaciones con nuestros semejantes, la presencia de esta virtud se llama mansedumbre. En nuestra relación con Dios la presencia de esta virtud se llama humildad. Nuestro señor dijo: “yo soy manso y humilde de corazón”. Fue manso para con los hombres pues fue ignorado, despreciado, desechado, perseguido, calumniado. Fue acusado de engañador, sedicioso, impostor, blasfemo. Fue tenido en nada, fue arrestado enjuiciado falsamente, fue abofeteado, ridiculizado, crucificado. Pero el gran “yo soy”, “enmudeció y no abrió su boca”. Y cuando hablo, lo hizo con modestia, templanza, con amor y mansedumbre, pues “nunca hizo maldad ni hubo engaño en su boca”.
                Nuestro señor Jesucristo también fue “humilde de corazón” en Sus relaciones pararon el Padre. Reconocía que fue enviado por el padre, que la doctrina era del padre, afirmaba que las obras eran del padre, que las palabras eran del padre, que hacia obras del padre. Que oraba y alababa al padre, que era uno con el padre y que el vaso que el padre le dio a tomar, Él tomó; que amaba al Padre, y el Padre le amaba a Él, que salió del Padre y regresaba al Padre, y concluyendo Su ministerio terrenal, sus últimas palabras en la Tierra fueron: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
                ¡Ejemplo grandioso, ejemplo único! ¡Ayer nadie fue tan humilde; hoy nadie es tan humilde; mañana nadie será tan humilde! ¡Es que quien sea realmente humilde, es grande y quien sea grande es realmente humilde! Que Dios nos ayude a entender la humildad de la grandeza y la grandeza de la humildad.
                Es una maravilla sin igual que el logos eterno por el cual el vero eterno “se humilló a lo sumo”; esto es “para que todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¡El hijo de Dios se hizo hombre para hacer a los hombres hijos de Dios! Y en la eternidad Él siempre estuvo en forma de Dios, con un cuerpo espiritual, como el padre y del espíritu santo. Juan escribe: “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”.     
                El apóstol pablo, bajo la inspiración de espíritu santo, escribe: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en cristo Jesús”. ¿Y cual fue el sentir que hubo en cristo Jesús? ¡Fue el sentir, la actitud, la disposición de Su voluntaria humillación para salvar al hombre! En su propia y voluntaria humillación Él desciende siete escalones desde su posición eterna “siendo en forma de Dios”. Notemos los pasos descendientes del señor en su humillación:
  1. Cedió su derecho de permanecer en forma de Dios
  2. Se despojo a si mismo de su forma de Dios
  3. Tomo forma de siervo
  4. Se hizo semejante a los hombres;  forma humana
  5. Se humilla a si mismo
  6. Se hizo obediente hasta  la muerte
  7. Y muerte de cruz
De esa posición divina y eterna nuestro señor Jesucristo, no se aferro a su derecho inalienable de permanecer “en forma de Dios”, sino que cedió tal derecho, y bajo el primer escalón en su voluntaria humillación, a fin de redimir al hombre de sus pecados.
El segundo escalón  descendiente fue que “anonadó a Si mismo”, o sea, se hizo de ninguna reputación; se vació de “aquella gloria que tuvo” junto al padre.
El tercer escalón que el verbo eterno descendió es que tomo forma de siervo. Siendo soberano se hizo siervo. “siendo rico, se hizo pobre”. Él era servido, ahora Él servirá. Él  “no vino para ser servido sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
                El cuarto escalón que el lógos Eterno descendió es que se hizo “semejante a los hombres”. Un ángel es un siervo, pero el hombre fue hecho  “poco menor que los ángeles”; por consiguiente, el señor se hizo menor que los ángeles. Y como hombre fue “despreciado, menospreciado y desechado entre los hombres”. Siendo Dios, se hizo hombre. Rodeado de gloria y esplendor, se hizo “Varón de dolores, experimentado en quebranto”.
                El quinto escalón que el eterno Vero descendió es que “hallado en la condición como hombre, se humillo a si mismo”. No se hizo el más importante, ni el más prominente de los hombres, conforme a los valores humanos. Nunca busco glorias humanas, ni reconocimientos humanos. Él “se humillo a si mismo” y vino a ser el mas humilde de todos los hombres.
                El sexto escalón que el eterno lógos descendió es que “se hizo obediente hasta la muerte”. Él sabía que habría de morir; y ante la oposición y las amenazas decía: “Nadie me quita la vida, mas yo la pongo de mi mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn. 10:17,18). “Y… como se cumplió el tiempo… él afirmo su rostro para ir a Jerusalén” (Lc. 9:51). “entonces vino a sus discípulos, y les dijo: …he aquí a llegado la hora, y el hijo del hombre es entregado en manos de pecadores” (Mt. 26:45).
Y el séptimo escalón que el sublime y eterno verbo hecho hombre descendió, es que murió, no como un prócer, ni como un prohombre, ni como un Gran Rabí, ni como un Benefactor de oda la humanidad, todo lo cual era, y mucho mas; sino que murió sin ninguna estimación ni distinción humana, fue cortado, violenta, engañosa e injustamente en el vil patíbulo de la cruz, destinada esa para la escoria, los perversos, los salteadores de camino: aunque “nunca hizo el maldad, un hubo engaño en su boca… enmudeció y no abrió su boca “. Y cuando abrió su boca fue para pedir perdón al padre a favor de sus enemigos, para responder la oración de uno de los dos ladrones también clavados en sus respectivas cruces; para proteger a la madre Maria; para dirigirse al padre celestial en su soledad como redentor; para expresar su sed física, pero principalmente su sed espiritual por salvar y redimir al pecador; para proclamar al cielo, a la tierra, al infierno, al espacio, al tiempo y ala eternidad, a Satanás, a los demonios y al lago de fuego, que el consumaba victoriosamente su obra redentora; finalmente, al morir, para encomendar su espíritu al padre. Y así, el capitán de nuestra salvación convertía la cruz en trono, “para destruir por la muerte al que tenia imperio de la muerte, es a saber, al diablo”.
                Pero amados por cuanto el verbo eterno cedió su derecho a permanecer en forma de Dios juntamente con el padre y con el espíritu santo; por cuanto se anonadó a Si mismo; por cuanto tomo forma de siervo; por cuanto se hizo hombre; por cuanto como hombre, se humillo así mismo; por cuanto se hizo obediente hasta la muerte; por cuanto murió en el vil  patíbulo de la cruz, y así mismo Dios el padre le resucitó de entre los muertos con un cuerpo glorificado, y le hizo ascender todos los siete escalones que había descendido en su voluntaria humillación  para redimirnos del pecado.
                Por tanto, Dios le resucitó de entre los muertos; Dios le ensalzo hasta los sumos; le dio un nombre que es sobre todo nombre; que en el nombre de Jesús de doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que están en la tierra, y de los que estan debajo de la tierra; por tanto, toda lengua confiese que Jesucristo es el señor, para la gloria de Dios Padre; por tanto, Dios sometió todas las cosas bajo sus pies: y finalmente, Dios lo dio por cabeza sobre todas las cosas ya la iglesia, la cual en su cuerpo, la plenitud de aquel que llena todas las cosas en todos. Pero habiendo sido el señor exaltado a lo sumo, y siendo admirable, Rey de reyes, Señor de Señores, sumo sacerdote, redentor, todopoderoso, ungido, verbo de Dios, vida eterna, el gran yo soy, empero sigue siendo humilde, pues se requiere ser humilde para seguir prestando servicio en el cielo a favor de los suyos.
                El Cristo que murió también resucitó, y esta senado a la diestra de Dios, y también intercede por nosotros (Ro. 8:24). Nuestro señor Jesucristo es “Sacerdote eternamente según el orden de Melchisedec… tiene un sacerdocio inmutable, por lo cual pueden tambien salar eternamente a los que por el se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (He. 7:21, 24,2). Sin embargo, nuestro adorado salvador Jesucristo nos sigue diciendo: “Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas”.

2 comentarios:

  1. muy buen estudio de enseñansa y refleccion ,el SEÑOR nos ayude a que cada dia de nuestra vida aprendamos de EL ,porque en EL esta la vida DIOS LOS BENDIGA ,

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