domingo, 1 de mayo de 2011

AVANZANDO MIENTRAS EL DÍA DURA (Por: Rev. Luis M. Ortiz)


Nuestro señor Jesucristo, refiriéndose al tiempo de su ministerio terrenal, lo llamó el día. Él dijo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Jn. 9:4). Desde luego, este día de trabajo del ministerio de Cristo no se limitó exclusivamente al tiempo o a los años de su actividad pública y personal en el mundo, sino que este día se prolonga hasta nuestros días y hasta el fin de la Edad, pues Cristo sigue trabajando a través de su iglesia, que es su cuerpo. Es decir, el día de trabajo de Cristo todavía dura. Es el día de la Gracia y de la Salvación. Por lo tanto, es necesario que la iglesia continúe avanzando mientras el día dura, pues muy pronto “la noche viene cuando nadie podrá trabajar”. Es muy evidente que ya el día declina, que se nos está terminando el tiempo y que las negras sombras de la noche de los juicios divinos se proyectan sobre esta Edad.
Los discípulos preguntaron al Señor sobre qué señales y evidencias habrían en el mundo a la terminación de este día, y el Señor les da las respuestas en los capítulos 24 y 25 de Mateo. Aquí él les explica el desarrollo de todo este día, desde el amanecer hasta el anochecer. Y en su respuesta, el Señor describe las condiciones en el mundo en siete cuadros que toman lugar durante ese día. Estos cuadros también corresponden a los siete mensajes a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis; mensajes que describen dispensacionalmente el día con relación al desarrollo de la historia de la iglesia de Jesucristo en el mundo desde el Pentecostés hasta el advenimiento; esto es, desde el amanecer hasta el anochecer.
1. Aún no es el fin
Salía Jesús del templo por última vez. Ya no volvería a entrar. Había acusado pública y valientemente a los líderes religiosos, y cada acusación la introducía con la frase lapidaría de, “¡Ay de vosotros escribas y fariseos, hipócrita!” Y se le acercaron los discípulos, para mostrarle los edificios del templo; el famoso templo construido con mármol verde y blanco, y cuyo frente estaba cubierto con gruesas láminas de oro puro que ofrecía un majestuoso esplendor. Para consternación de los discípulos, Jesús les comentó: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará piedra sobre piedra, que no será derribada”.
Los discípulos quedaron pensativos, y habiendo salido de los predios del templo y de los límites de la ciudad, ya sentados con el Maestro en el Monte de los Olivos, ellos siguieron meditando en ese comentario del Señor. Y formularon la pregunta que ha inquietado siempre a la humanidad: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y que señal habrá de tu venida y del fin del mundo?” Es en respuesta a esta pregunta que surge ese gran sermón profético de Jesucristo, en el cual ofrece las señales que se producirán a lo largo de todo el día de la gracia, pero especialmente las señales del fin de este día.
En el primer cuadro de señales que Cristo ofrece en su sermón profético trata sobre falsos cristos, engañadores, guerras, rumores de guerras, turbación. Jesús dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin”.
Durante toda la vida de Cristo hubo paz en Jerusalén y Palestina, pero unos cuarenta años después de su muerte comenzaron a cumplirse sus palabras proféticas, cuando el General Tito invadió y destruyó a Jerusalén y al temple; y no quedó piedra sobre piedra, de tal manera que el historiador Josefo escribió que “parecía un lugar que jamás había sido habitado”. En esta ocasión murieron un millón cien mil personas, y la sangre corría por las calles.
Al referirse a este cuadro de señales Jesús dijo: “pero aún no es el fin”. En otras palabras, estamos comenzando el día. Y desde el comienzo del día las guerras han ido aumentando en frecuencia y en desgracia. Durante ciento treinta años transcurridos entre el año 1820 al año 1950 en el mundo hubo 305 guerras con 48 millones de muertos. Pensemos en tantos millones más que han muerto desde el año 1950 hasta hoy. Comparativamente, este comienzo del día está también descrito con respecto a la iglesia en el mensaje a la iglesia de Efeso, que es el primero registrado en Apocalipsis. Cristo la felicita por su trabajo arduo, pero luego la censura porque perdió su primer amor. Esto es, la iglesia apostólica en el inicio del día trabajó arduamente y evangelizó a casi todo el mundo, pero luego perdió ese primer amor por la obra evangelizadora y la salvación de las almas. Cristo amonestó a aquella iglesia de Efeso, representativa de toda la iglesia en su tiempo, y también amonesta a no perder el primer amor. El perder el primer amor es una caída. “Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras obras”.
Mientras el día dura, tenemos que mantenernos en el primer amor, y seguir imperturbables ante los peligros de conflagración mundial llevando el mensaje de paz y salvación por todo el mundo, siempre avanzando mientras el día dura.
2. Principio del fin
En el segundo cuadro de señales que Cristo ofrece en su sermón profético, describiendo este día dispensacional, él dice: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambre, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”. Esto es, principio del fin, versículo 8. Así como en el primer cuadro, etas palabras de Cristo tuvieron un cumplimiento parcial en la era pos-apostólica, tienen cumplimiento cabal y completo en el transcurso y el final del día.
Moraban en Seleucia, junto al Río Tigris tres nacionalidades hostiles: griegos, sirios y judíos. Griegos y sirios se aliaron entre sí y masacraron a más de cincuenta mil judíos. Algo similar sucedió en Cesarea, donde en una hora asesinaron a veinte mil judíos. Esto se ha repetido a lo largo del día y el más horrendo holocausto humano lo realizó el régimen de la Alemania Nazi, que mató a seis millones de judíos, sólo por el hecho de ser judíos. ¡Nación contra nación!
También el Señor habla de pestilencia y hambres. Las pestilencias y plagas han hecho estragos en el mundo, y cada vez la ciencia descubre nuevas plagas y enfermedades. Las enfermedades del corazón, el cáncer, y el SIDA, son un horrendo azote para la humanidad.
Unos trece años después de la muerte de Cristo hubo un hambre tan terrible en Palestina, que el historiador Josefo dice que la gente moría de inanición en las calles. Pero esta señal-azote del hambre siempre ha mermado la población en muchos lugares del mundo. De hecho, la más grande amenaza para el mundo hoy día no son las bombas termo-nucleares, sino el hambre universal que se perfila por causa del alarmante aumento de la población mundial. Actualmente hay ciudades en el mundo donde los camiones del gobierno transitan por las calles las 24 horas del día recogiendo los cadáveres de los que van muriendo de hambre.
El Señor también habla de terremotos, los cuales de siglo en siglo han ido aumentando en frecuencia y en intensidad. Uno de los más devastadores terremotos que conoce la historia ocurrió en China hace unos cuatro siglos; produjo casi un millón de muertos. Ese fue el que más muertos ha causado, pero el de Lisboa, hace casi dos siglos, fue mucho más violento. También todos deben recordar los devastadores terremotos de Agadir, Chile, y el de Caracas. Cristo dijo que habría terremotos por todos los lugares, y según análisis científicos, en el mundo se producen anualmente alrededor de un millón de terremotos los bastante fuertes para ser registrados por los sismógrafos cercanos. Esto equivale a dos terremotos cada minuto. Dicho de otro modo, la tierra siempre está temblando en algún lugar. Jesús dijo que esto sería principio del fin.
Con relación a la iglesia de Jesucristo en el mundo, eta hora del día está descrita en el mensaje a la iglesia de Esmirna, como una hora de padecimientos, tribulaciones, cárceles y muerte. Toma lugar en esta hora las diez grandes persecuciones del imperio romano en contra de los verdaderos cristianos. Desde luego, las persecuciones y el martirio han continuado contra la verdadera iglesia de Jesucristo en el mundo; de un lado en nombre de la religión con la mal llamada “santa” inquisición y las persecuciones en España y otros países durante la Edad Media y la Reforma, en los cuales algunos historiadores han calculado que perecieron más de cincuenta millones de mártires cristianos a manos de la Roma papal. Esto constituyo uno de los capítulos más horrendos y brutales a la humanidad. Del otro lado, en nombre del ateísmo como en Rusia, Cuba y todos los países comunistas, en los cuales miles de cristianos perecieron en las cárceles y campos de concentración por el trabajo inhumano, el hambre, la tortura y la muerte.
Pero Cristo hace un llamado y da una promesa para esta hora: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Ésta es la gloriosa recompensa para aquellos que se mantienen fieles a Cristo en medio de la más despiadada persecución, y repartiendo el Pan de Vida a un mundo hambriento, siempre avanzando mientras el día dura.
3. Hasta el fin
En este tercer cuadro de señales proféticas, Cristo describe el meridiano de este día dispensacional, y dice: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevera hasta el fin, éste será salvo” (verso 13).       
Como en los cuadros anteriores, estas palabras de Cristo tuvieron cumplimiento parcial cuando a los cristianos les achacaban todos los crímenes y todas las desgracias nacionales. Eran aborrecidos y entregados a las más crueles torturas y a la muerte, por el sólo hecho de ser cristianos. Como las anteriores, estas señales se han prolongado a lo largo de este día, y hoy también vemos como unos a otros se aborrecen y se traicionan. Por cuestiones políticas y por servir al partido, el hijo traiciona al padre, y viceversa y se entregan a la muerte.
También menciona el Señor los muchos falsos profetas que engañan a tantos. De estos falsos profetas y maestros cada vez hay más. De hecho, el negocio más floreciente de Satanás no es negar abiertamente la veracidad de la Biblia, sino torcerla, dando interpretaciones erróneas que al incauto parecen correctas, para confundir y destruir la fe del creyente.
Habló también el Señor de cómo se multiplicaría la maldad. De esto no hay que hablar mucho. Esto es evidente. Las barreras morales están por el suelo. En las novelas escritas, radiales y televisadas y en el teatro se glorifica el pecado y la infidelidad conyugal. El héroe de la película es el bandido; la heroína es la mujer de vida fácil.
Y así va el mundo y así seguirá el mundo. Por eso dice el Señor que “el que persevera hasta el fin, éste será salvo”. En medio de esta vorágine de maldad y de pecado hay que perseverar en limpieza y en santidad, pues “sin santidad nadie verá al Señor”. Con razón en el mensaje a la iglesia de Pérgamo, que corresponde a este período del día que estamos tratando, el Señor dice: “Retienes mi nombre, y no has negado mi fe”. Has peleado contra todas las fuerzas del mal y has guardado mi fe.
Es consolador saber que en medio de las condiciones más negativas y más corruptas, siempre habrá un pueblo que vivirá santamente y perseverará fiel hasta el fin, y que cuando Cristo venga efectivamente hallará fe en la tierra, en estos que permanecen, que perseveran para siempre avanzando mientras el día dura.

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